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Peregrinos de Esperanza

Peregrinos de esperanza Comunidad San Damian

Encuentro y misión con los laicos entre los más vulnerables

La comunidad de San Damián, está conformada por la Hermana Lidya Romero Q., Aurora Tibocha R., Flor María Landínez P. y Diana David R; comparten la misión de la Fundación “Camino de la Esperanza”, en la Arquidiócesis de Villavicencio, haciendo en este espacio pastoral una peregrinación de discípulas y misioneras. Acogiendo el camino a menudo marcado por desafíos, alegrías y la búsqueda constante de significado.

Cuando hablamos de “Peregrinos de esperanza, encuentro y misión con los laicos entre los más vulnerables”, nos referimos a la travesía colectiva, al viaje espiritual y social que pone el foco en aquellos que transitan por senderos de mayor dificultad, pero sintiéndonos Iglesia y sociedad – comunidad en camino, donde los laicos, imbuidos de esperanza, son los protagonistas de un encuentro transformador y de una misión que busca sanar y redimir.

En nuestro trabajo en los programas “Escuela Para Todos” y Promoción a la Familia, compartimos con laicos profesionales y colaboradores varones y mujeres, con sus especiales aportes como docentes, psicólogos, asistente administrativo y el apoyo ocasional desde los otros programas de la Fundación y las Universidades Santo Tomás y Cooperativa de Colombia. La esperanza es el faro que nos guía como peregrinos. No es una esperanza pasiva, sino una fuerza activa que impulsa a seguir adelante ofreciendo lo mejor de nuestra vida.

 

El encuentro y el cuidado, es el corazón de esta peregrinación. Ser peregrino implica salir del propio espacio de comodidad para ir al encuentro del otro, especialmente de aquel que se encuentra en los márgenes sociales. No se trata de una visita fugaz, sino de una inmersión en la vida del otro, un compartir el camino, y un escuchar profundo. Con los laicos, en su diversidad de vocaciones, profesiones y carismas, nos enriquecemos mutuamente, nos fortalecemos con sus espiritualidades y nos alistamos para llegar a cada familia, para preocuparnos del nivel escolar de los niños y jóvenes afiliados, para conocer la situación de los ancianos, sus soledades, enfermedades y posibilidades de en encuentro y trabajo en la finca, para apoyar el desarrollo de habilidades para la confección en las mujeres y aportar además elementos de formación humana, y espiritual. Este encuentro es un momento sagrado donde se desvela la imagen de Dios en el rostro del hermano vulnerable, y donde reconocemos la interdependencia de todos los seres humanos.

La misión realizada desde nuestro carisma nos impulsa ser no sólo testigos de esperanza, sino agentes de cambio personal, familiar y social, porque vamos entendiendo conjuntamente que la misión evangelizadora nos hace un llamado a transformar la realidad, a ser sal y luz en el mundo, a manifestar el amor de Dios a través del servicio desinteresado a los hermanos, los más vulnerables de estos sectores periféricos de la ciudad de Villavicencio (Meta), muchos han llegado desplazados de otras regiones o de pueblos vecinos, víctimas de los conflictos armados y de la violación de sus derechos e integridad personal. Los ancianos la mayoría viven en soledad sobrellevando la vida y sus enfermedades algunos con aportes mínimos de sus familiares y otros a merced de la caridad de sus vecinos y amigos; las mujeres en gran mayoría son cabeza de hogar y rebuscadoras del sustento diario, por tanto, con niños en niveles de desnutrición, bajo rendimiento escolar y sin referentes de vida.

Ser peregrinos de esperanza a través del trabajo compartido con los laicos entre los más vulnerables es, en definitiva, vivir la fe de manera encarnada. Es un llamado a la Iglesia a ser una comunidad en salida, que se aventura por los caminos de la vida, especialmente donde el sufrimiento es más agudo. En nuestra misión podemos reconocer el papel fundamental de los laicos como constructores del Reino, llamados a sembrar esperanza, a tejer redes de encuentro y a llevar a cabo una misión transformadora en el corazón mismo de la vulnerabilidad humana. Este camino compartido nos enriquece a todos y nos acerca a la plenitud del amor que Dios nos tiene.

Comunidad San Damián

Villavicencio – Meta

Octubre de 2025

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