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       "Amor, Abnegación y sacrificio"
Lema de la Congregación

Somos Terciarias Capuchinas Provincia Madre del Buen Pastor

uestra Congregación fue fundada el 11 de mayo de 1885, en el Santuario de Ntra. Sra. de Montiel, Benaguacil – Valencia – ESPAÑA, siendo aprobada por el Papa León XIII el 25 de marzo de 1902.

El nombre que nos dio Luis Amigó, nuestro Fundador, define nuestra identidad.

Hermanas: Así nos pensó nuestro Fundador desde las primeras Constituciones de 1885:
“A diferencia de otras Congregaciones en las que se distinguen las Hermanas unas de otras, llamándose unas de Coro o Madres, y de obediencia o Legas las otras, en esta Congregación no habrá distinciones entre las Religiosas…” (OCLA 2294).

Y el Documento final de nuestro XXII Capítulo general (2016) sigue subrayando nuestro ser hermanas, llamadas a vivir la profecía de la compasión y la misericordia:

  • hermanas que contemplamos y nos sorprendemos ante la presencia integradora de Dios,
  • hermanas que amamos, acogemos y abrazamos la fraternidad desde su realidad humanizante y sanadora
  • hermanas menores seducidas por la pequeñez,
  • hermanas misericordiosas que respondemos al imperativo de la proximidad,
  • hermanas en misión, con una presencia fraterna, menor y misericordiosa que impulsa a la audacia de la compasión,
  • hermanas interculturadas, que testimoniamos la profecía de la comunión fraterna

Terciarias: Pertenecemos a la gran familia franciscana, profesando la Regla de la Tercera Orden Regular de san Francisco

Capuchinas: Un matiz especial dentro de la familia franciscana, como capuchino era nuestro Fundador:
“Cada Orden y Congregación tiene su espíritu propio, conforme a la misión altísima que el Señor le confía; y el de nuestro Instituto, rama del tronco franciscano y por añadidura capuchino, debe estar basado en una profunda humildad y obediencia, y una total pobreza” (OCLA 1920)

De la Sagrada Familia: Desde que el Padre Luis nos pensó, no dudó en llamarnos “de la Sagrada Familia”, tal vez por todo lo que él había vivido de esta devoción y movimiento en la Iglesia, pero de manera particular, por el recuerdo y el signo que dejó en su corazón el niño abandonado envuelto en unos “trapujos” a la puerta del convento de Montehano – Cantabria (España) donde residía en ese momento, como joven capuchino; en la cesta hallaron un escrito que decía: “No está bautizado; se le pondrá por nombre Jesús, María y José”. Este niño fue la primera persona a quien bautizó el Padre Luis (cf. OCLA 51).

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